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DIEZ REGLAS DE ORO PARA FRACASAR


Cuando José Luis Pinto asumió la dirección de la selección Colombia, lo hizo con la ilusión de clasificar al mundial de Sudáfrica 2010. Pero su actitud déspota y autoritaria provocó la desmotivación de los jugadores y el equipo terminó la primera fase sin sumar los puntos suficientes para ganar un cupo al certamen deportivo más
renombrado del universo.

¿Qué le pasó a Pinto? Nadie duda de sus conocimientos como estratega y de su capacidad de trabajo, pero su arrogancia se convirtió en fiasco y su cargo tuvo que ser transferido a un técnico que derramó lágrimas en el mítico Maracaná cuando sus muchachos dejaron todas sus energías en el campo de juego, y le arrebataron un empate a Brasil en su propio estadio.

Lara armó su artillería obviando prejuicios y resentimientos. Convocó a jugadores de experiencia que Pinto excluyó por motivaciones personales, pero cuya capacidad, roce internacional y liderazgo son prenda de garantía.

“El entusiasmo y la pasión son factores de éxito, dijo en una charla que dictó en Bogotá hace un par de años, Jorge Valdano, un ex jugador de la Selección argentina,
dedicado actualmente a dictar conferencias en el mundo entero sobre el éxito en el deporte aplicado a los negocios.

Pero la gran pregunta es ¿cómo despertar el entusiasmo y la pasión en los equipos de trabajo? La respuesta no es fácil, tiene varias facetas y sobre todo, se requiere de la construcción de una cultura organizacional y de una estrategia.

Por supuesto, esa es apenas una parte del éxito en cualquier actividad que emprendamos. Lo que sucede es que generalmente muchas personas tienen las mejores intenciones de triunfar, pero hacen todo lo contrario de lo que la lógica y la naturaleza sugieren.

Con base en diferentes investigaciones que se han hecho no solo en Colombia sino en América Latina, presentamos un decálogo de decisiones que de seguro nos llevaran por caminos distintos al éxito y al reconocimiento.

1.Monte un negocio por descarte y no por convicción. Es común que algunas personas que se autodenominan emprendedores opten por constituir una empresa porque en un momento de arranque emocional, así se le ocurrió. No hizo estudios de mercadeo, no miró la competencia, ni el futuro del negocio, ni las tendencias de los
consumidores y clientes. Su socio es un amigo, generalmente con la misma profesión, que está desempleado o insatisfecho en el trabajo. Inténtelo, invierta sus ahorros y endéudese y antes de un año hablamos. ¡Buena suerte!

2.Actúe solo por el instinto. La intuición es una muy buena consejera, pero no es suficiente y en toda actividad se necesita de una planeación, que algunos la llaman estratégica. Pero confíe solo en su modelo de administración y no construya una misión, una visión y unos objetivos claros de su negocio. Usted es sabelotodo y no
necesita la asesoría de ningún experto.

3.Contrate a quien quiera. Es su negocio y usted puede contratar a quien quiera.  Al recomendado, a su compinche de toda la vida, al hijo del compadre y al novio de su hija. Haga caso omiso a la selección por competencias y contrate a su equipo de trabajo al ojímetro, sin ninguna prueba sicotécnica. Lleve de directivo y dele mando a
su primer retoño porque necesita simplemente trabajar y ganar experiencia. Para usted es puro cuento que el éxito depende de la capacidad para conformar un equipo de alto rendimiento, conocedor como nadie en su respectiva área del tema asignado.

4.Base su modelo de administración y gestión en la “hora nalga. Es decir, confórmese a que la gente cumpla con su horario, llegue puntualmente y se vaya a la hora determinada. No importa que las metas y objetivos se vayan aplazando indefinidamente.

5.Para eso le pago. Jamás haga un reconocimiento verbal o económico a los más talentosos que además de cumplir con sus metas, demuestran lealtad y compromiso con la empresa. El salario pactado y el pago de las obligaciones laborales de ley son
suficientes y antes agradezca que tenga trabajo. No construya un plan de carrera, de promoción interna y de crecimiento personal y profesional. Eso es para la gran empresa, para los altruistas. El negocio es mío. El que se quiera ir que se vaya, que en la calle hay bastante gente y más barata…

6.Actúe con el corazón, nada más. Esta persona no me da resultados, pero pobrecita, tiene hijos y está endeudada. Démosle por enésima vez otra oportunidad.
Cambiémosla de puesto y enviemos a Juan al archivo, aunque donde está lo hace bien.

7.Convierta la caja en plata de bolsillo. Para algo me ha de servir esto, pues al fin y al cabo yo he invertido en ella. Gíreme de ahí para el mercado, para la salud prepagada, para la gasolina y para el arreglo del carro. Y también deme 300.000 para un almuerzo que tengo. Y para las flores del cumpleaños de mi esposa y para el
regalo del ahijado…

8.No haga seguimiento. Eso para qué. Cada día trae su afán. Cada quién sabe lo que tiene que hacer. Si en este mes nos fue mal en el próximo nos recuperamos. Para qué preocuparnos por lo que ya pasó.

9.No innove ni esté a la vanguardia. Esto siempre ha funcionado así y ahí vamos.
Tampoco visite la competencia, ni piense en hacer alianzas estratégicas, ni mire nuevas posibilidades de negocios. No salga de la oficina, no se oxigene intelectualmente, no asista a foros ni a seminarios. Con lo que sé es suficiente…

10. El marketing para qué. Nuestro producto se vende solo. Ya llevamos varios años y nos hemos ‘mantenido’. Con los pocos que nos conocen es suficiente y para qué gastar en expertos en mercadeo. Es una botadera de plata.

Pues bien. Aunque no todos actúan de la misma forma, muchos empresarios – pequeños y medianos- tienen una visión limitada del negocio. No se dan cuenta que la competencia es desalmada y que en el mundo globalizado no existen mercados cautivos. Muchos empresarios tampoco se han dado cuenta que el éxito depende del
equipo de trabajo: gente preparada, proactiva, innovadora, entusiasta, comprometida y apasionada con su oficio o actividad.

No es fácil conseguir talentos con estas características, pero el éxito o fracaso está ahí. Es necesario estar atento a la calidad y disposición del equipo de trabajo. Sus componentes son la fibra, la vida y la prolongación de la empresa. Invierta el tiempo que sea necesario en conformarlo. Lo más posible es que se equivoque y en algún
momento elija el menos apropiado.

Pero hágale caso al gurú de la gerencia y la administración RAM Charan: si se equivocó reaccione inmediatamente. De lo contrario a su organización le puede llegar la “muerte súbita”.

LINKEIN

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